La pandemia y el cambio climático son retos clave que reflejan la necesidad de transformar nuestras relaciones con el entorno natural. El sector financiero no escapa a esta reflexión. De hecho, está llamado a tener un rol protagónico, por su capacidad de captar recursos que pueden ser utilizados para apalancar las acciones necesarias para esa transformación.
La recuperación económica de cualquier país puede en efecto beneficiarse de los bonos verdes. Es un instrumento financiero que permite propiciar un mejor impacto ambiental y social, que redunde en empleo y riqueza.
Una historia que comenzó en París
En 2015, con la firma del Acuerdo de París, Ecuador avanza con el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. A partir del año 2016, gracias al impulso de la Asociación de Bancos del Ecuador y con el Protocolo de Finanzas Sostenibles, una decena de bancos ecuatorianos se comprometieron a promover nuevas fórmulas de financiamiento. Estas iniciativas buscan promover un balance entre lo económico, social y ambiental. Dicho de otro modo, que contribuyan con el desarrollo sostenible de la nación.
Este esfuerzo ha sido apoyado por la ESPOL y la Bolsa de Valores de Quito, a través de proyectos como la Iniciativa Nacional de Finanzas Sostenibles del Ecuador y la generación de Guías para la emisión de Bonos Verdes.
Más recientemente, y en conjunto con la International Finance Corporation (IFC, por sus siglas en inglés, es miembro del Grupo Banco Mundial) se ha implementado un programa de formación en bonos verdes, sociales y sostenibles, dirigido a los principales bancos comerciales del país, que representan el 90% de los activos bancarios nacionales.
“Hay cuatro líneas centrales en este esfuerzo. La primera es la transformación que vive el sistema financiero a nivel global. Segundo, cómo las organizaciones bancarias del país han avanzado en este sentido y cómo este curso puede acelerarlo. Tercero, muestra el valor de las alianzas entre actores de la sociedad como la academia, el sector bancario y bursátil y los organismos internacionales. Cuarto, que a través de esta contribución de ESPAE, el país pueda avanzar a pasos agigantados en esta transformación”. Así lo explica el director del Centro de Desarrollo de Políticas Públicas de la ESPOL y Coordinador de la Iniciativa de Finanzas Sostenibles, Daniel Ortega.
¿Qué son los bonos verdes?
El cambio climático puede ser visto como la principal disrupción para el sector financiero y bancario. Por lo tanto, también es una gran mayor oportunidad, incluso más que la digitalización para los bancos. Según explica el profesor Ortega, los bonos verdes, en un primer momento, lo que se busca es que el sistema bancario pueda contribuir con los cambios sociales y ambientales que se necesitan a nivel planetario.
“Cambio climático, pérdida de biodiversidad, entre otros, son factores que amenazan la estabilidad del modelo económico global. La gestión de esos riesgos no solo obliga a un cambio en la estrategia corporativa de los bancos, sino también a rentabilizar el negocio en un contexto de cuidado y de gestión de valor en un modelo de creación compartida con sus grupos de interés relevantes. Al final del día, la idea es que inversionistas, bancas, plataformas bursátiles, empresas de seguros y reguladores puedan contribuir con el enverdecimiento de los sistemas financieros”, precisa Ortega.
Iberdrola, uno de los mayores emisores de bonos verdes en el mundo, precisa que los bonos verdes se destinan a la financiación o refinanciación de proyectos verdes. Dicho de otro modo, a la inversión en activos sostenibles y socialmente responsables en áreas diversas. Entre ellas se cuentan: las energías renovables, la eficiencia energética, el transporte limpio o la gestión responsable de los residuos.
Ecuador y los bonos verdes
A partir del Protocolo de Finanzas Sostenibles, se han desarrollado políticas ambientales en las estrategias de la banca. Entre otras medidas, se han incorporado unidades de análisis de riesgo social y ambiental, que analizan cada proyecto crediticio aprobado y desembolsado. Esto trajo como resultado la emisión del primer bono social soberano, en el 2020, y con emisiones de bonos verdes por parte de ProCredit y Banco del Pichincha, en 2019.
Esto ha convertido al Ecuador en líder regional en la emisión de bonos verdes. El Banco de Guayaquil avanza en impactos en inclusión financiera apalancado por un bono de género. Otros bancos como Produbanco y Banco del Pacífico trabajan en ajustar su oferta de préstamos verdes, precisa el profesor e investigador de ESPAE.
“Los bonos verdes no son otra cosa que instrumentos de recaudación que llegan al mercado de valores, para que a partir de deuda que asume la institución financiera puede, a su vez, movilizar recursos y financiar los créditos que brindan a terceros (bancas comercial, banca de inversión u otros), para proyectos sostenibles”.
Ortega insiste en que los bonos verdes pueden ayudar a impulsar la aún incipiente participación del sector privado en la transición hacia economías bajas en carbono y la sostenibilidad. Indica que estudios confirman que el financiamiento bancario juega un papel clave en la región y evidencian que los instrumentos del mercado de capitales están mejorando y expandiéndose.
La propuesta desde ESPAE-ESPOL
Los bonos verdes han surgido en una falta general de incentivo gubernamental dedicada a la inversión responsable o sostenible. Para mejorar la situación, desde ESPOL se coordina la Iniciativa de Finanzas Sostenibles. Esta es una plataforma de promoción del uso de los bonos verdes, en la cual participan los principales actores del ecosistema financiero en el sector privado, público y la academia.
A través de la Escuela de Negocios ESPAE se prepara el lanzamiento de programas de formación ejecutiva y se realiza investigación para conocer sobre las Finanzas Sostenibles en la región, lo que permitirá mejorar las capacidades en las entidades financieras y en el sector productivo.
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